COMO LARGOS CUELLOS de Edgardo Gugliermetti
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Leon Indenbaum, Modigliani |
como pavos reales en esta noche avara y tentadora.
La tierra se despereza y yo preparo las cuerdas
de laúd celebrando el orgullo de la furia
en unos libros carnosos detrás del laberinto.
El negro resplandor del peligro como el ondulante
cuerpo cancionero de los cementerios.
Todo va quedando sumido en el alcohol
terraza de muérdago, escapulario de habitaciones
con sabor a venganza.
Lo he visto todo cuando sucumben los pliegues del infinito.
Muñeca viciosa con sus horarios
de visita, alternadora con cara de tortuga.
He sido fiel sobre la cumbre de un patíbulo perpetuo.
Salté sobre las cuerdas del pánico y el incandescente
coito de la juventud.
Formas indecentes que se acoplan en basurales,
techos donde el sexo es una comarca a la deriva.
¿De qué están hechos estos muros que rodean
a esos seres embalsamados, sonrientes,
festejando las delicias de un crimen perpetrado
en una bóveda?
Celestial devoción de un cielo que se escapa.
Tantas veces olí cenizas en el campo mientras
un arma hablaba.
Divinidades, lutos, la madame agoniza,
el loro chilla en la ventana y el coro prolijamente
la despoja de todo, queda solamente el jaulón,
una colcha de felpa, algún retrato sucio, unos pasos
macabros, la fidelidad asegurada en todos los escenarios
también del mundo un beso anónimo sobre la sinfonía
del entierro.
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